Pretender siquiera que Guadalajara -y de hecho, cualquier
ciudad de este país- esté en posición de organizar unos Juegos Olímpicos en un
mediano plazo, es no sólo naive y absurdo, sino una verdadera utopía (en
estricto sentido sociológico) ante el panorama de corrupción e impunidad y el
valemadrismo con el que se conduce por lo menos un tercio del país.
Antes de plantear posibilidades guajiras debemos y estamos obligados a ser críticos con lo criticable, que a pesar de lo que digan muchos
oficialistas y entusiastas de la 'buena ondita', aún sigue siendo mucho. Cabe
destacar que hasta ahora, semejante planteamiento sólo ha salido de personajes
políticos, aquellos que con base en lo conveniente que el negocio entraña,
desdeñan al deporte cuando de apoyar genuinamente se trata.
¿Quien está dispuesto a meter las manos al fuego por que en
esa eventual cita no haya reventa? ¿Quién a apoyar a los atletas integralmente que no sea un particular? ¿Los jalicienses y en particular los
habitantes de Guadalajara estarían dispuestos a vivir por lo menos media década
entre obras y readecuaciones viales? ¿De dónde saldría el dinero? ¿Alguien le cree al nefasto, cínico,
imbécil, retrógrada y anquilosado tándem que protagonizó el momento más
incómodo de todos los Juegos Panamericanos? ¿Alguien le cree a Emilio González
Márquez y a Mario Vázquez Raña?
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