lunes, 15 de diciembre de 2008

¡Ay Vidiotrón cómo te odiooo!




Hace unos días se dio a conocer la noticia de que el gobierno estadunidense ha utilizado ‘música’ de artilleros de la talla de Dope, Metallica, Eminem, Nine Inch Nails, Massive Attack, AC/DC y Pantera como método de tortura en la Base Naval de Guantánamo, Cuba.

La nada noble práctica –que también incluye canciones menos ruidosas como el tema de Barney (‘ay mamachitaaa’ diría Resortes Resortín de la Resortera), un mix de melodiosos maullidos de gatos utilizado en un comercial de Purina, Born in the USA de Bruce Springsteen o America de Neil Diamond- fue instaurada por el teniente general Ricardo Sánchez en Irak el 14 de septiembre del 2003 y desde entonces, la repetición ingente de riffs y vómito sonoro -con edificantes frases como “die motherfucker die”, entre otras linduras- es solaz y esparcimiento de los hijos brutos de Forrest Gump, perdón, del Tío Sam, cuando se trata de darle un “castigo ejemplar” a los enemigos de la libertad. ¡Jaaa!

Sin embargo, ahora resulta que no son sólo los detenidos los que se quejan, pues los ‘músicos’ se han unido en un grupo llamado Zero Db para demandar el cese de esta práctica a los militares de su país.

La mera verdad ni aguantan nada. Y déjenme compartirles un recuerdo que mi subconsciente había bloqueado por años, seguramente a causa del daño que con saña me infligieron en un lugar de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que escribiendo estas líneas resuena en mi cabeza con fuerza: Videotrón, ¡sí, Videotrón! Una sucursal del infierno en la que un grupo de ingenuos adolescentes y yo fuimos abducidos para enfrentar jornadas de ocho horas continuas soportando la ignorancia en principio de nuestros captores, y de consumidores de cine en video en la era Post-Pirata Beta, Legal VHS y PreBlockbuster.

Dicen los que saben que cualquier estímulo repetido hasta el hartazgo puede convertirse en tortura. Así que mi experiencia en aquél lejano 1994 entra en esa categoría.

Este ‘vidioclut’ petatero distaba mucho de aquél paraíso en el que Quentin Tarantino pasaba horas y horas nutriendo su ácido humor negro y el oficio que hoy lo caracteriza. ¡Noooo señooor, en ‘Vidiotrón’ estaba prohibido ver películas! Había que recomendar con base en la ‘sipnosis’ (como decía una de mis compañeritas de celda que creía saber de cine ¡pobrecita!).

Pero eso no era lo peor, ni la imposibilidad de ver desde clásicos del cine hasta algunas novedades porno que no se veían tan mal (toda proporción guardada mis estimados). Lo que no tenía nombre, era chutarse durante 12 horas en modalidad repeat y shuffle un disquito que los dueños del congal ponían en un cuarto de control bajo llave, para acto seguido, irse a disfrutar de sus millones -como Cristeta Tacuche-. Ellos, desalmados seres sin corazón (jaja), asumían el contenido de su CD como música “muy cinematográfica”, y lo recetaban hasta el hartazgo quesque pa’ poner ambiente ad hoc en su pulguero. ¿Las rolas? Un hediondo amasijo de malísimas y chaférrimas versiones de temas de película, unas, clásicos del cine universal y otras, sólo populares.

El viaje comenzaba con El Tema de Lara de Dr. Zhivago y seguía con un Pretty Woman de alguien más ciego y más sordo que Roy Orbison, un Carros de Fuego, original de Vangelis pero en versión pianosaurio; Unchain Melody (que ya con los Righteous Brothers es una torura), El golpe (ese The Entertainer de Scott Joplin que resuena en todos los conmutadores cuando nos ponen en espera), La vie en rose (en algo incomprensible que se supone era francés), Caravan, el tema de Zorba el griego (Sirtaki de Mikis Theodorakis); dos ascos de versiones de The Good, the bad and the ugly de mi admirado Ennio Morricone y de Everybody’s talkin de Nilsson (Midnight Cowboy); el tema de Emmanuelle, original de Piere Bachelet; y la que hasta hoy (sorry Whitney) no puedo volver a escuchar, no si quiero evitar enloquecer en un tris. Si me la ponen un día -para torturarme, por supuesto- al primer “… and iiiiii, will alway’s love youuuuuuuuuuuuu” les juro que saldrá sangre por todos mis orificios.

Así que se podrán imaginar que con esa terapia, Alex el personaje interpretado magistralmente por Malcolm McDowell en La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick se quedó corto escuchando a huevo una fresísima sobredosis de Beethoven.

Por tal razón, que no les extrañe si de pronto salgo con una iniciativa que pida la cabeza de Omar y la Morris (mis captores) y a ella se llegaran a adherir los del sindicato de aporreadores de partituras para discos de bajísima factura exigiendo respeto a su basura auditiva.

¿Quién se suma? ¿quién dijo yo?

¡Ay Vidiotrón cómo te odiooo! Lo que es la necesidá...

lunes, 10 de noviembre de 2008

Atn. Carlos Marín


Lamento una vez más la aparición en los devaluados medios de comunicación mexicanos de comentarios soberbios y llenos de "suficiencia" de gente que como usted sacia sus apetitos "profesionales" en el abrevadero del acomodo político y del juego a modo, y que encima se atreve a insultar la inteligencia de millones de mexicanos que cometen el gran pecado de no basarse en las conclusiones oficiales (como si éstas no fueran susceptibles de ser modificadas a golpe de cartera y de política de altos ¿o dire bajos? vuelos).

Usted comete un error proporcional a su ego al desestimar casos como los que cita (acribillamiento del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, los “cuatro Aburtos” de Tijuana, los atentados de Al Qaeda en Estados Unidos, el suicidio de Digna Ochoa, “la violación y asesinato” de una viejita zongoliqueña o el homicidio de Brad Will) con una duda e ironía que asusta, sobre todo si hablamos de alguien que se dice profesional.

En síntesis, hoy al leer su columna "La conspiración" (Milenio Diario, 10 de noviembre de 2008), me convenzo más de lo que pensé el día en que lo conocí: la soberbia en un periodista es el peor de los defectos; subestimar, estar convencido de que todos los receptores de su mensaje y la opinión pública sean idiotas (como su afirmación)por tener una opinión contraria a la suya, aunque ésta no esté basada en hechos o conclusiones que usted supone irrefutables.

Memoria histórica señor Marín, de ahí se alimenta el sospechosismo. ¿A usted ya se le olvidó todo lo que le ha tocado vivir? A mí no, a mis 34 años no se me ha olvidado que los complots políticos no son invenciones ni ocurrencias, sino maquinaciones de mentes enfermas de poder y de soberbia tan posibles y probables mientras haya ríos revueltos y ganancia de pescadores, aquí y en cualquier parte del mundo.

No insulte a quienes no piensan como usted.

Atte. Rubén Marín

viernes, 5 de septiembre de 2008

México en el espejo, pobre México


Tras la fallida realización de esa pantalla titulada Iluminemos México, recibí un acertadísimo correo electrónico de mi amigo Sergio Pimentel en el que compartía su opinión con sus amigos, con esa gente que tras muchos madrazos de la vida y mejores procesos de formación profesional y personal, ya no nos creemos ni el discurso oficial, ni los intentos de engaño de un puñado de verdaderos conspiradores que pretenden aterrorizar a México con su basura disfrazada.

Esta es mi contribución mi Yeyo (me tomé prestada tu analogía del espejo y quizá algo más, pues coincido con tus palabras a cada teclazo), amigos, hermanos...

Y ahí les voy.

De la marcha Iluminemos México no tengo mucho que decir que no retumbe en las cabezas de cientos de miles que hace cuatro años pensaron que las cosas iban a ir mejor cuando se realizó otra de características similares: simplemente decepción.

No así sobre las consecuencias y contemplaciones adicionales. El origen fue calcado (la marcha se organizó tras el lamentable secuestro y asesinato del hijo de una persona pública y de dinero e influencias evidentes), la exigencia de su realización y la reiteración de sus postulados esta vez fue inoculada por la vía de Internet, este medio masivo de comunicación que demostró su efectividad. ¿Los destinatarios? una masa (a la que para casi todo desdeñan esos que ahora la convocaron sedientos de carne de cañón) cansada de tanto atropello, impunidad, injusticia y desequilibrio, factores todos que causan esa famosa inseguridad de la que tanto adolece este país.

Sin embargo, al hablar de inseguridad, debemos obligarnos todos a analizar el país en el que vivimos, la calidad moral de las generaciones actuales, el grado de indiferencia que ha alcanzado la población por el prójimo, la falta de educación y la prepotencia de la que millones hacen gala todos los días, además de la miseria humana –independientemente de esa que obedece a cuestiones económicas y de educación-: pero sobre todo, la profunda crisis de valores que padece no sólo este país, sino el mundo entero, un punto de inflexión en el que los peores vicios han hecho su hogar, carcomiendo las bases más estructurales de la convivencia humana.

Durante mucho tiempo escuché al periodista Tomás Mojarro, mejor conocido como “El Valedor”, criticar a todos aquellos que “exigían” algo a las autoridades. Me costó años entenderlo, pero al fin lo hice.

No México, no es exigiendo que escuche al que se hace el sordo como se van a resolver los asuntos más importantes de la agenda nacional, sino estableciendo puntos de acción desde el fuero interno, educándonos y protegiendo con bases a nuestro entorno, comprometiéndonos con una causa para iniciar un movimiento que no necesariamente tiene que ser ni violento, ni de respuesta. Sin duda, esto constituye la base de un proceso que tardará mucho tiempo en rendir frutos tangibles: se llama educación y honestidad, pero no de esos discursos vacíos diseñados por los empresarios organizados de este país que pagan spots en medios masivos, sino el que parte de los individuos, de cada uno de los ciudadanos que poblamos este país al que ninguna marcha -por loable que parezca- va a sacar del profundo agujero en el que está metido.

Es increíble que alguien pretenda que creamos que cualquier problema de inseguridad en diferentes estratos será resuelto si antes no se le pone un alto a todo el aparato que hoy funciona para favorecer el ejercicio de la corrupción y la mezquindad: nunca se va a lograr que ese magro 13% de denuncias se convierta en un hábito sano y responsable por parte de la ciudadanía, si los ministerios públicos, juzgados y reclusorios siguen secuestrados por una partida de incompetentes y corruptos seres que disfrutan de las mieles del presupuesto.

Por otro lado ¿hasta cuándo seremos sólo testigos de los alardes de esa clase política a la que ahora se le exigen acciones contra el cáncer que ellos mismos ayudaron a nutrir? ¿Hasta cuándo permitiremos que haya “políticos de carrera” que secuestran al erario para vivir a costillas de él toda su vida, amparados en el argumento vacuo de “velar por los intereses de la ciudadanía”, mismo que esgrimen sin ton ni son en campañas como promesa, y que en la realidad termina por convertirse en una línea argumental que repiten según las necesidades de sus saltos por diferentes cargos públicos en los que nunca demuestran nada, sino su ambición de poder y cinismo?

Y ni hablar del sistema penal tan podrido desde sus entrañas y alimentado por la corrupción de mandos, custodios, cuerpos policiales, jueces, magistrados y ministerios públicos que aplican una empantanada ley con raseros distintos, discrecionalmente y a conveniencia política, personal o de grupo, amparados en un ilusorio “estado de derecho” que sólo ellos creen que existe (¿me escuchas allá en donde estés maestro emérito Burgoa Orihuela?).

Esos lugares han demostrado hasta el hartazgo ser caldos de cultivo de criminales graduados en posgrados de modalidades más violentas. Lo más curioso es que aún en estos tiempos se sigue pretendiendo que sean considerados “Centros de Readaptación social”, cuando los criminales tendrían que verlos como lo único posible: centros de reclusión para el castigo de la sociedad a quien quebranta la paz social, a quien violenta los derechos de los integrantes de la sociedad misma.

La solución no está en penas mayores, ni en la categorización absurda del criminal que propuso el ejecutivo hace unos meses, menos en una visceral petición de pena de muerte. Millones (sí, millones) piden a gritos esa violenta Ley del Talión hoy en día logrando hacer eco en legisladores irresponsables que obvian el problema que entraña la aplicación desde un sistema podrido y sin autoridad moral, hecho que irremediablemente provocaría más resentimiento social. Lo que se debe hacer es castigar la reincidencia, la flagrancia y la malvivencia, así como el daño, y evaluar si esa persona que reincide en crímenes graves le sirve o no a la sociedad y para qué, y hasta entonces siquiera pensar en decidir sobre esas vidas.

De nada va a servir marcha alguna si antes los ciudadanos no nos comprometemos a mantener un irrestricto respeto a la honestidad que hoy se pide a gritos vestido de blanco y con veladoras en la mano en un limitado ejercicio ciudadano que muchos suponen suficiente y determinante. ¿Cuántos de los que marcharon están dispuestos a luchar con honestidad contra la ineficiencia, la corrupción, la mordida, la extorsión, la tranza? ¿Cuántos de ellos consumen drogas y fomentan la violencia del aparato ilegal que las lleva a sus manos? ¿Cuántos están dispuestos a seguir la ruta de la legalidad para conseguir sus fines financieros y de negocios en el corto, mediano y largo plazo? Podría parecer una lucha de David contra Goliat, pero no señores, los cambios más grandes se logran con bases pequeñas, pero firmes, desde la familia, con educación y amor.

Sé que ustedes, mis queridos hermanos que estén leyendo en este momento mi opinión, estarán de acuerdo conmigo en que la marcha de hace dos semanas fue realmente un desfile en un espejo, que en algo debe valer, pero que de ninguna manera será, ni hoy, ni nunca, suficiente para acabar de tajo con este cáncer que nos carcome.

viernes, 29 de agosto de 2008

"Es como si faltara el aireee, no puedo respirar..."


¿Alguien se acuerda de Veni Vidi Vici? En uno de mis habituales viajes en el tiempo y el espacio, regresé a la etapa esa en la que lucía un look de Robert Smith de petatiux (no por ganas, sino porque el "afro-punk" era consecuencia de un nulo acomodo de mi entonces abundante cabellera que hoy tanto extraño).

¿El año? 1987, ese que recibí dando el salto a la pubertad vistiendo de pronto camisas de seda fiorucci, pantalones Marlboro Leisure Wear deslavados, bombachos, amarrados con bastilla a huevo y top siders blancos.

Se preguntarán ¿a que se debe tal debraye? A que por fin encontré -gracias a las virtudes del maravilloso internet que diosito nos regaló a los integrantes de esta generación de ruptura- los dos discos que el dueto español Veni Vidi Vici grabó en su corta carrera, que tanto busqué durante 22 años y que mientras escribo estas líneas suenan con todo en una oficina que más bien parece un pueblo fantasma después de que dan las seis de la tarde en viernes (me cae que sólo yo disfruto estas cosas).

Sólo quise compartir con este espacio en blanco (que una vez nutrido por las letras podría ser leído por los asiduos a este amasijo de ideas) lo que estoy sintiendo al oir estas rolitas que hoy serían catalogadas por millones de las nuevas generaciones como la ñoñéz más extrema. La letra de MI ROLA "Qué mal, qué mal" me hizo sentir de 13 otra vez, me llevó al lado de Araceli y Netty a una estación de metro, me hizo recordar que reprobé física y quimica por estarle viendo las piernas a mi teacher Hilda Peña Elizondo, y me sorprendió sentado en mi oficina vistiendo pantalón príncipe de gales, chazarilla y sueter verde roto luchando otra vez contra los estragos de las hormonas y enamorándome por primera vez...

Pero bendita máquina del tiempo la mía, la rola también me llevó a un futuro inminente por una razón. Intentaré explicarlo: cuando mi amiga Iliana habla del mar, lo hace con tanta pasión (como todo lo que hace) que parece que nació de él. Los VVV hablan en la canción de una persona que regresa por fuerza de la costa a la ciudad y que ve negro lo que antes era normal, que no resiste la ciudad, le falta el aire y le cuesta respirar porque se ha acostumbrado a estar cerca del mar... (asociación que puede ser realidad cuando tengamos el gusto de volver a ver a Ili, pero que se antoja premonitoria para que cumpla su sueño de vivir al lado del océano).

Ahora que termino esta entrada de la Noción Errante me parece respirar el aroma y el calor de ese mar de Valencia con Ili, Mau, May y Míkel en una película que no he visto, pero que sé existe...

¡Te extrañamos Ili!
Que viajesoteeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee...

jueves, 14 de agosto de 2008

Ya te espero loco bajito...




Parece increíble que hayan pasado tantos años de mi vida y de verdad no me haya imaginado al cien por ciento como padre. Quizá por eso es que sigo sin poder pasar el trance que va de una hermosa noticia acompañada por un par de zapatitos y una cartita "escrita" por mi bebito que afirmaba "patato ya te quiero conocer" al cada vez más próximo "mira a nuestro hijo"...

Hace ya seis años le dije a May con la voz prestada de Pedrito Guerra "Aquí hace menos frío" , y le pedía a gritos callados: "pasa... entra"; o con el talento de Aureo: "llama por favor sin buscar una razón"... Y "casi sin querer" logré que empezara una historia con el "principio de una verde mañana" que nos encontró abrazados y asustados, pero renovados, con dudas pero abiertos a aceptar un "cambio de planes"...

Sólo necesitaba "un abrazo fuerte" y dejar de "llorar por dentro". May estuvo allí, paciente, tranquila, solidaria, compasiva, con su risa clara que me hizo "no tenerle miedo a casi nada..." y afrontar ya sin lágrimas "la luz de la mañana".

Hoy, a la distancia, Dios y esa persona que se asomó a mi corazón sin miedo me han regalado la oportunidad de sentirme ansioso, expectante y feliz, pero aún desconectado de una realidad apabullante y absoluta: ¡voy a ser papá, y a mis 33 años no sé que hacer, ni qué decir, ni qué pensar! Confío que ya pasará y esta incertidumbre estará en el pasado cuando lo tenga en mis brazos y esté mirando fijamente a su madre, la nueva May, pero la misma, reinventada, mejorada, llena de luz...

Ha habido pocas veces en que la música no me ha alcanzado para acompañar lo que siento, y hoy son tantas las preguntas sin respuesta que intento satisfacer en canciones, pero todas se quedan cortas al intentar explicar a este manojo de dudas cómo será su mirada en la mía... pero también si de veras como decía Serrat no podremos evitar que sufra, que las agujas avancen en el reloj, que crezca, que decida por él y que llegue el día en que nos dirá adios para iniciar su propia historia.

De todas formas ¡ya te espero loco bajito, no te tardes locotrónico!



Mensajes adicionales:

Mi May, madre de mi hijo, sol de mi vida. Mujer noble, íntegra y que sabe amar, te debía esto...

Míkel: canta tu canción del despertar, ojos de cielo, voz de mar. Bienvenido papá, aquí te esperamos mamá y yo!

Maestro Lerner, présteme esta: "Dame de ti tu luna mejor, que yo encenderé la luz del sol..."

jueves, 10 de julio de 2008

Calma corazón, calma...





¿Acaso es tan difícil vivir sin fórmulas? ¿Es un pecado intentar hacerlo así? ¿Se es iluso o soñador, utópico o naif al querer experimentar, equivocarse y asumir consecuencias para aprender? ¿No será que los idiotas que asumen su experiencia como ley, su egoismo como base y su vivir como bandera de conquista sobre los inexpertos, los inocentes, los nóveles, los amorosos, los sentimentales, los sensibles, los respetuosos, se quedarán debajo de los cimientos de lo que realmente vale la pena en esta vida, el amor?

Hoy más que nunca estoy convencido de que la salida no es por ahí y de que los muchos que se preocupan por joder al prójimo creyendo que están haciendo bien o ganando indulgencias terrenales terminarán quedándose vacíos, tal y como ya están ahora...

Yo prefiero disfrutar y llenarme de pedazos de sabiduría como esta:

El Resto es humo
Luis Eduardo Aute
Humo y Azar (2007).


Puede que esto de vivir
consista en disfrazarse de veleta y de girar
según qué viento...

Y de celebrar el triunfo
de las estrategias sobre la caducidad
del sentimiento

Y de coronar las cumbres
más resplandecientes donde el águila
es experta en alpinismo

Y de especular con el honor
como la causa justa más preciada
del mejor cinismo...

¡Calma corazón, calma, corazón! sabes bien
que la única razón que aún asumo
es la improcedente sinrazón
de amar y amar y amar...
y sólo amar,
el resto es humo...

Déjales que invadan
los vacíos que dejaron los santones
que ocupaban los altares,

que defiendan la casualidad
como principio frente a la causalidad
de los azares...

que se llenen las barrigas
con el fruto que comieron, insaciablemente,
en otros huertos...

Que levanten podios a sí mismos
sobre el mármol que sepulta
su currículum de muertos...

¡Calma corazón, calma, corazón! sabes bien
que la única razón que aún asumo
es la improcedente sinrazón
de amar y amar y amar...
y sólo amar,
el resto es humo...

Míralos matarse con las armas
más sutiles con el fin de hacerse
con una medalla,

que persistan en su empeño
de pensar que sólo con fortuna y con poder
darán la talla,

que fabriquen aspas de molino
que defiendan al gigante
contra el aire del ensueño,

que produzcan monstruos pertrechados
de razones que jamás admitan
que la vida es sueño...