"La gloria de los hombres debe medirse siempre por los medios que
se emplearon para adquirirla". François
De La Rochefoucauld
Institucionalizada,
democrática, optimista, ingenua, ignorante o confiada, cualquiera que sea la
visión para justificar discursos políticamente correctos cuando éstos abordan
la muy bocabajeada e incipiente democracia que tiene México resulta un
despropósito ante una realidad que supera cualquier ficción y de la que somos
testigos a diario, sobre todo en política y más en épocas electorales.
De tanto que se menciona la
palabra democracia ya está empezando a ser un lugar tan común que pronto no
reconoceremos ni qué entraña, ni mucho menos qué significa en realidad.
México ha sido testigo una vez
más de un nuevo episodio de su triste realidad política y electoral, por mucho
que a golpe mediático se intente generar la percepción de que no fue así,
panorama que apuntalado por discursos impecables y llenos de un optimismo
ramplón que raya en el insulto y se sigue asemejando más a un anochecer
profundo y desconcertante para millones de personas.
Es urgente la refundación
profunda de una clase política mezquina acostumbrada ya a privilegiar agendas
particulares o de grupo, y en el peor de los casos, para sentar un contrapeso en
la correlación de fuerzas, antes que privilegiar las necesidades más imperantes
de esta nación y que todos conocemos, y que también son alimentadas con la
abulia de una gran parte de la población que en su ignorancia e impulsada por
el discurso oficial reconoce en el ejercicio de emitir un voto si bien le va,
cada tres años, un privilegio.
Decir que esta elección fue
definida por pendejos es un lujo limitado, la realidad es aún peor: el carácter
cíclico de la pobreza económica, alimentaria e intelectual de gran parte del
electorado que los favorece, la apuesta cínica y controladora de los sistemas
políticos que a la vuelta les reditúa más que la búsqueda de una verdadera
democracia en la que la educación del pueblo y su dignidad humana –con todo lo
que ello implica- siguen siendo los eternos pendientes.
No es un secreto para nadie que
el PRI establece en ese ejercicio su más cínico fundamento, incluso ni para los
‘supuestos’ beneficiarios que se conforman cada ciclo electoral con ser carne
de cañón que después se olvida o en el mejor de los casos, es tomada en cuenta
para el cuentagotas del paternalismo, sin que se atiendan verdaderamente sus
carencias más elementales, las consagradas en la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos. Asimismo otro de sus grandes bastiones reside en el
secuestro de la fuerza laboral a través de sindicatos, confederaciones
patronales y grupos de poder que controlan a sectores económicamente
productivos, incluso en sus “preferencias” políticas, así como a cientos de miles
de advenedizos que se acercan a su aparato en época electoral en la búsqueda de
un miserable hueso qué roer y que en el peor de los casos nunca llega.
El llamado “tricolor” es el que mejor lo
hace, sentando en la práctica su más rancia estrategia, la del clientelismo y
las relaciones de dominación abrevando en uno de los más grandes lastres de
este país, la pobreza económica e intelectual que casi siempre van de la mano.
Eso nadie lo puede negar, ni aquellos que votan y votarán por ellos.
El 'fraude' consumado
Miles o quizá millones de
voces se han hecho sentir con la palabra ‘fraude’ a lo largo de las horas que
han pasado desde el pronunciamiento del IFE y del presidente Felipe Calderón
sobre las tendencias que terminarán de ubicar a Enrique Peña Nieto en la silla
presidencial por los próximos seis años. Y son miles también los que se
decantan por un discurso políticamente correcto defendiendo con bases científicas al árbitro
electoral y los mecanismos dispuestos para el conteo de los votos, incluido el
PREP (Programa de Resultados Electorales Preliminares), mismo que mientras
escribo estas líneas está llegando al 100% de las casillas computadas, para dar
paso a los conteos distritales, tras los cuales y el pronunciamiento del IFE el
próximo miércoles, se declarará cerrada la elección.
No, la base del fraude se
gestó mucho antes. En la generación de percepción por parte de los medios de
comunicación (particularmente Televisa) y el uso faccioso de las encuestas. Nació en el IFE y su consejo general, desde la asignación de recursos y la
nula observancia de su utilización, creció ante la indiferencia de un árbitro
electoral y sus múltiples consejeros que se cegaron ante una inmensa cantidad de irregularidades denunciadas por la opinión
pública y los partidos políticos. Se gestó pues al interior de los poderes
fácticos y la agenda mediática diseñada no precisamente para golpear a un
candidato, sino para ensalsar a otro e introducirlo cual cuña en este tablero cojo en el cual intentamos jugar todos los mexicanos.
En México se está gestando
algo que desde la perspectiva del poder sigue siendo desdeñado. El movimiento
#yosoy132 es sólo el antecedente que está dando paso a una movilización que
tiene en su base y corazón algo que ellos, los cínicos, simplemente no entienden: se llama
dignidad. Y achacar esa espontaneidad de una población indignada a una oscura
movilización orquestada por el candidato “derrotado” sólo habla de un profundo
desprecio por la ciudadanía y de una sinvergüenza tan sólo comparable con su ambición.
Ya sabemos qué va a pasar, de
hecho ya está pasando. La movilización y los intentos desde los poderes
fácticos para desestabilizarla arguyendo violencia e intereses oscuros en su interior. ¿Y los medios extranjeros? Serán testigos o
sólo comparsa de este show que ya suma entre sus payasos a varios mandatarios
en el mundo (incluido un indigno Barack Obama), quienes ya mostraron sus
parabienes al todavía candidato cuando la elección dista todavía de ser
resuelta por la vía institucional, y mucho menos por la ciudadana.
La pregunta es pues: Si esto
hicieron para regresar ¿qué no harán para mantenerse otros 70 o 100 años? Tres
generaciones de mexicanos estamos en la coyuntura más importante de nuestras
vidas como ciudadanos, pues si se deja pasar esta infamia no hay duda de que el
futuro de las siguientes será el que vivieron nuestros abuelos y padres durante
un régimen autoritario, cínico, asesino… el que ahora busca regresar a toda
costa por encima de la voluntad popular.
Cierro con las palabras de tres ciudadanos ejemplares, de esos que a México le hacen mucha falta para
ser lo que dicen que ya somos.
“¿Y qué pensaban? Que más de un
siglo de clientelismo y corporativismo político se borran de la noche a la
mañana. México supura corrupción porque sus entrañas están maltrechas, porque
más de la mitad de su población vive en la miseria, miseria que socava la
libertad y engendra a un ciudadano igualmente corrupto, a imagen y semejanza
del poder. La derrota estaba anunciada, pero no lo quisimos ver. Hoy
sabemos que la cruzada por cambiar las conciencias de los mexicanos es un
empresa de magnitudes insospechadas, que no se agota con un llamado al voto,
sino que requiere de dar la lucha desde otras trincheras ajenas a la vía
institucional”.
Héctor De la Fuente Limón
"He visto a mi pueblo
indignado, lo he visto sonriendo, luchando, gritando, escribiendo, cantando...
Hoy vi a mi pueblo con lágrimas de lucha y esperanza. Vi a los niños
conmovidos, vi el espíritu del Movimiento Regeneración Nacional en donde he
vivido toda mi vida. Nosotros no pedimos nada, nunca hemos pedido más que lo
que se debe hacer. No nos interesa la migaja ni poderes ni glorias ajenas (ni
lejanas). Lo único que hemos pedido es ser un poco más humanos. Creo que al
final se trata de eso.
En 2006 tal vez no había
responsables de lo que vendría tras la imposición de Felipe Calderón. No es
fanatismo, ni insensibilidad, Pero hoy es distinto, sí hay responsables y todos
sabemos quiénes son:"
Marco Ávila
"Es necesario relevar a esta
decadente e inmoral clase política, necesitamos concretar esta jodida
transición ahora mismo; esta es una oportunidad de oro para iniciar ese
proceso (...) Quién se pronuncie en
favor del PRI tendrá todo mi repudio, descalificación y olvido intelectual, no
tendrá valor una sola palabra de aquellos que con su voto legitimen la miseria,
la pobreza, el hambre, la ignorancia y el olvido de la historia de un país
lleno de esclavos acostumbrados a besar sus cadenas. Lo anterior en términos
políticos, porque en el plano personal fui educado con todo el amor que hoy me
hace ser una persona tolerante y respetuosa de las personas que no piensan como
yo. Soy el mismo, no contradigo, sonrío, no increpo, a pesar de que sé que
muchas personas que yo quiero con toda el alma, les gusta besar sus cadenas.
Sobra decir que un voto por Enrique Peña es un voto por la ignominia, es la
certeza de la más miserable pobreza, es la más lacerante de las ignorancias, es
la mezquindad más insultante y de la más laxa autoestima personal".
Víctor Alberto Marín Limón