jueves, 25 de junio de 2009

No tengo palabras...


... Y tanto

Se parece tanto a mí,
que me duele mirarlo,
sé muy bien que va a sufrir... y tanto.
Que los sueños le pondrán
a girar, tan alto.
Se parece tanto a mí... será por guapo.

Se parece tanto a mí,
que adivino su vuelo,
se le quema por vivir... el tiempo
Uno pone el corazón,
la razon le sobra.
Se parece tanto a mí.... ¡qué cosas!

Puedo verlo enamorado,
por primera vez,
recogiendo los pedazos y volviendo a creer.

Se parece tanto a mí,
que me duele mirarlo,
sé muy bien que va a sufrir...
... y tanto.

¡Que Dios y la vida me den la oportunidad de verlo crecer y disfrutar de sus momentos y decisiones. Ese es mi unico deseo...

lunes, 8 de junio de 2009

La profundidad a ras de rock...



No muchos son aquellos que sucumben ante el significado real que subyace en la superficie de las expresiones artísticas, ante los elementos que bien parecieran perlas delicadas escondidas en el fondo misterioso de un mar claro y azul.

Esa especial virtud, la de esconder tesoros y mensajes en la botella para aventureros y románticos melómanos, era una de las principales de Antonio Vega Tallés, genial artífice de todo un movimiento social en torno al rock y al pop de la era posfranquista, además de referente inevitable de la cultura contemporánea española.

En su prolija discografía con Nacha Pop y en solitario, abundan piezas que podrían considerarse sin mayores análisis poesía en estado natural, no obstante, hasta en sus canciones más ligeras subyace un profundo dejo de melancolía y nostalgia que conduce sin remedio a un enigmático estado de gozo, suerte de fusión bizarra de alegría, ludicidad, tristeza y cómplice padecimiento.

Ejemplo de esto es la canción Persiguiendo sombras, que sin ser pensada por Vega en el sentido que melómanos como yo le dimos durante años, logró con una serie de metáforas –reinspiradas y ‘alimentadas’ por el frío de la ciudad alemana de Bochum, donde se grabó el disco “El momento”- un himno a la ilusión frustrada, a la tristeza que produce el desengaño de saber inalcanzable el ideal perdido, y que a la vez se traspola a la idea de una mujer perfecta e idílica que en forma de sombra termina por acompañarnos toda la vida.

Sin duda la genialidad de Antonio estriba en haber sabido conjugar asuntos cotidianos, las incidencias de la vida diaria con su mundo, el universo de sus secretos, la profundidad de sus pensamientos, además de sus miedos, nostalgias, emociones y alegrías. Me quedo con eso y con el gozo poderoso que me dan sus guitarras y –paradójicamente- con el buen mood y el efecto emotivo que producen en mi piel sus resplandecientes notas desde aquellos tiempos en que fondeaban la entrada del programa de videos TNT.