lunes, 10 de noviembre de 2008

Atn. Carlos Marín


Lamento una vez más la aparición en los devaluados medios de comunicación mexicanos de comentarios soberbios y llenos de "suficiencia" de gente que como usted sacia sus apetitos "profesionales" en el abrevadero del acomodo político y del juego a modo, y que encima se atreve a insultar la inteligencia de millones de mexicanos que cometen el gran pecado de no basarse en las conclusiones oficiales (como si éstas no fueran susceptibles de ser modificadas a golpe de cartera y de política de altos ¿o dire bajos? vuelos).

Usted comete un error proporcional a su ego al desestimar casos como los que cita (acribillamiento del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, los “cuatro Aburtos” de Tijuana, los atentados de Al Qaeda en Estados Unidos, el suicidio de Digna Ochoa, “la violación y asesinato” de una viejita zongoliqueña o el homicidio de Brad Will) con una duda e ironía que asusta, sobre todo si hablamos de alguien que se dice profesional.

En síntesis, hoy al leer su columna "La conspiración" (Milenio Diario, 10 de noviembre de 2008), me convenzo más de lo que pensé el día en que lo conocí: la soberbia en un periodista es el peor de los defectos; subestimar, estar convencido de que todos los receptores de su mensaje y la opinión pública sean idiotas (como su afirmación)por tener una opinión contraria a la suya, aunque ésta no esté basada en hechos o conclusiones que usted supone irrefutables.

Memoria histórica señor Marín, de ahí se alimenta el sospechosismo. ¿A usted ya se le olvidó todo lo que le ha tocado vivir? A mí no, a mis 34 años no se me ha olvidado que los complots políticos no son invenciones ni ocurrencias, sino maquinaciones de mentes enfermas de poder y de soberbia tan posibles y probables mientras haya ríos revueltos y ganancia de pescadores, aquí y en cualquier parte del mundo.

No insulte a quienes no piensan como usted.

Atte. Rubén Marín